Reseña de Marry Me

Me gustan la comedias: las sitcoms con sus espantosas risas enlatadas, las irónicas, las clásicas, las bizarras. Todas.

Bueno, casi todas.

Desde Happy Endings (una serie tristemente cancelada antes de tiempo) me encanta Casey Wilson, pero cuando vi los avances de la nueva comedia de Sony, Marry Me, sentí que no iba a poder soportarlo.

La publicidad nos muestra a una mujer enloqueciendo porque su novio de larga data no le propuso matrimonio y teme quedarse soltera para siempre, porque "toda las mujeres quieren casarse" y "ya tengo treinta y dos años, si no me quieres, libérame mientras aún tenga un óvulo".

 

  No, la serie no está ambientada en 1950.

A ver: 

¿Existen las mujeres que creen que su vida está terminada a los 30? Sí.

¿Existen mujeres capaces de explotar de furia por no recibir una propuesta de matrimonio? Seguramente.

 ¿Me parece mal que haya mujeres que sólo aspiren a casarse? No, para nada. Habrá quien sea feliz siendo una ama de casa con niños, habrá quien sea feliz con su título de arquitecta, habrá quien sea feliz siendo ambas. Nadie tiene derecho a juzgar la felicidad de los demás.

Pero, pero...

Pero.

El cliché de la treintona desesperada (de ahora en más, la TD) es igual de ofensivo que el del negro comiendo sandía y alitas de pollo. No es que no existan, pero está mal reforzar la idea de que todas son así

Las TD tienen dos objetivos: uno primario (casarse) y uno secundario (tener hijos), pero no quieren hacerlo porque realmente lo deseen, sino porque sienten que son las figuritas faltantes del álbum: ahora sí, ahora voy a ser una persona completa, una mujer de verdad, porque si no lo consigo significará que fracasé en la vida y todo lo bueno que pude haber hecho quedará a la sombra de mi gran fallo.

La TD de los avances de Marry Me se nos presenta como una histérica superficial que no está interesada en la relación, sólo en cumplir el mandato social: el sueño dorado de casarse de una puta vez. Es un concepto súper usado y la convierte en un personaje detestable y aburrido. Pero como no está bien juzgar un libro por su tapa, ni una serie por un avance de dos minutos, me puse a la tarea de mirar los primeros capítulos para ver si confirmo mi opinión inicial o no.



Veámos.

La serie empieza con una pareja, Annie (Casey Wilson) y Jake (Ken Marino) -que lleva seis años de noviazgo-, volviendo de unas largas vacaciones en México. Ni  bien entran a la casa, Annie enloquece y comienza a insultar a todo el mundo a los gritos ("Esto es culpa de tu mamá, que es una zorra, y de tu amigo el gordo fracasado que se divorció"). Está decepcionada por no haber recibido una propuesta de matrimonio y preocupada porque tiene 32 años y aún no viven juntos ("Pero tú fuiste la que no quiso que vivieramos juntos hasta comprometernos" le reprocha él). Ella le dice que todas las mujeres quieren casarse, que las que dicen que no están mintiendo y que nunca va a poder tener hijos si siguen así. 

Como esto es una comedia, cuando se da vuelta descubre que Jake, su novio, estaba arrodillado con un anillo en la mano, y que toda su familia y amigos estaban esperando para darle una sorpresa. Ouch.

Todos se marchan compungidos, incluyendo al novio, que le dice que prefiere repetir la propuesta en un tiempo para que no sea esta la anécdota que todos recuerden. 

¿Qué puede ser lo único que mejore toda esta situación? 

Que ella se le declare a él, en su trabajo. Claramente nada puede salir mal...y nada lo hace, hasta que el jefe escucha que acaban de volver de un viaje a México (cuando supuestamente estaba en el hospital), y lo despide. Ahora está comprometido y pobre. Eso realmente arruina la fiesta de compromiso que Annie había organizado.

Una trama muy interesante, sí que sí.

 
El mayor problema es que durante todo ese tiempo de noviazgo, Annie trató de ser -tomaré un término prestado- una Chica Cool. ¿Y qué es exactamente una Chica Cool? Gillian Flynn nos lo explica así en Perdida (libro altísimamente recomendable que pueden descargar aquí):

"Los hombres siempre  dicen eso como si fuera el cumplido definitivo ¿verdad? "Es una chica muy cool." 

Ser una chica cool significa que soy una mujer atractiva, brillante y divertida que adora el fútbol, el póquer, los chistes subidos de tono y los eructos, la mujer a la que le gustan los videojuegos y tomar cerveza, la que ama los tríos y el sexo anal, y que come hot dogs y hamburguesas como si estuviera presentando la mayor orgía culinaria del mundo mientras sigue siendo talla small, porque las Chicas Cool, por encima de todo, están buenas. Son sexies y comprensivas. Las Chicas Cool nunca se enojan, sólo sonríen de manera disgustada pero cariñosa y dejan que sus hombres hagan lo que ellos quieran. [...]

Los hombres realmente creen que esta chica existe. Quizás se engañen porque muchas mujeres están dispuestas a fingir que lo son. Durante mucho tiempo, esto de la Chica Cool me ofendía. Veía esto en hombres -amigos, compañeros de trabajo y desconocidos- que se lanzaban sobre estas mujeres y me daba ganas de conversar con ellos y explicarles: "Tú no estás saliendo con una mujer, estás saliendo con una mujer que ha visto muchas de esas películas escritas por hombres inadaptados a los que les gustaría creer que esa mujer existe y podría besarles". [...] Y las Chicas Cool son aún más patéticas: ni siquiera fingen ser la mujer que les gustaría ser, fingen ser una mujer que un hombre quiere que sean.

Oh, y si no eres una Chica Cool, te ruego que no creas que tu hombre no desea a la Chica Cool. 

Puede que sea una versión ligeramente distinta, a lo mejor es vegetariano, así que su Chica Cool adora el seitán y se maneja bien con los perros, o a lo mejor es un artista moderno, así que la Chica Cool es una nerd tatuada y con gafas a la que le encantan los cómics.

Hay variaciones, pero créeme, él quiere una Chica Cool, la chica a la que le gusta cualquier cosa que a él le guste y que nunca se queja. [...]

Esperé pacientemente -durante años- a que el péndulo oscilara hacia el otro extremo; a que los hombres empezase a leer a Jane Austen, aprendieran a bordar, a fingir que les encantan beber Cosmos [...] Y entonces diríamos: "Sí, es un Chico Cool".

Pero eso nunca ocurrió. ¡En cambio, todo tipo de mujeres a lo largo y ancho del país se confabularon para degradar al resto! Muy pronto, la Chica Cool pasó a ser la Chica Estándar. Los hombres creían en su existencia, dejó de ser únicamente una mujer de ensueño, una entre un millón. Todas las chicas debían ser cool, y si no lo eras te pasaba algo."

Tl;dr---> Annie fingió estar tranquila, ser una mujer independiente y relajada a la que no le importaba demasiado el tema del matrimonio. ¿Y por qué? Bueno, porque a nadie le gusta una mujer obsesionada con casarse ¿no? Eso no es atractivo y huele a desesperación, ¿verdad? Entonces, mejor vamos a guardar todos pensamientos y no vamos a decir nada que pueda dañar nuestra imagen de chica superada.

En vez de tener una charla del tipo "Hey, hace tres años que estamos saliendo, creo que es un buen momento para hablar sobre nuestra relación", dejó pasar el tiempo, carcomiéndose el cerebro hasta explotar en un arrebato de histeria casi infantil.

Su novio, Jake, tampoco es ninguna maravilla. Nunca sacó el tema del futuro de la pareja, nunca cruzaron por su cabeza cuestiones como "¿Nos vamos a ir a vivir juntos algún día? Y si sucede, ¿a dónde vamos? ¿Tu casa o la mía? ¿Llevo mis cosas o tiramos todo y empezamos de cero?" y no digamos ya cosas como tener hijos, Dios nos libre. Pareciera que da por sentado que tarde o temprano todo se va a arreglar por arte de magia sin que él tenga que molestarse en lidiar con cosas tediosas como, you know, los sentimientos de otra persona.

Esas fueron mis conclusiones luego de ver dos capítulos y medio, ya que no pude obligarme a mí misma a terminar el tercero. Incluso si lo hago más adelante, dudo que mi opinión cambie drásticamente.

A pesar de que tiene sus momentos, es muy floja. No le auguro más de una temporada.

Calificación: dos Alicitas.





Aún así, puede que a alguno de ustedes les guste. Recuerden:



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