Reseña de Seconds

Desde que Book Riot recomendó el comic Seconds de Bryan O'Malley, he estado esperando ansiosamente que lo tradujeran al castellano (o que por lo menos lo editaran acá...verán, no soy fan de leer libros directamente de la pantalla, me da dolor de cabeza).

Mi gran problema con Book Riot es que la mayoría de las veces recomiendan libros hermosos que nunca van a llegar a Argentina. Sin embargo, tenía la esperanza de que Seconds sí lo hiciera porque lo precede la fama de su hermano mayor, Scott Pilgrim, la obra maestra de O'Malley.

El domingo pasado, lo ví. Tardé una semana en tenerlo, pero finalmente se vino a casa conmigo. Por lo tanto: hoy toca reseña.


Leer Seconds esperando la misma estructura de Scott Pilgrim es como leer Una vacante imprevista esperando Harry Potter. Surgieron de la mente de la misma persona, sí, pero ahí se acaban las similitudes. Mientras la historia de Scott es una gran historia plagada de referencias a la cultura pop, batallas y chistes continuos, Seconds es una historia chiquita: la de Katie.


Katie es (o mejor dicho, fue) cocinera en un restaurante llamado Seconds. Al principio todo marchaba bien, pero después sus amigos dejaron de trabajar ahí y son reemplazados por un grupo de chicos jóvenes con los que ya no tiene paciencia para lidiar, su novio la deja y empieza a pensar: "No soy socia en partes iguales. Yo quiero un resturante que sea mío, MÍO."

El problema es que para tener un restaurante exclusivamente suyo, Katie necesita un dinero que no tiene. Para ahorrar está alquilando el pequeño altillo que hay encima del restaurante y sigue entrometiéndose en la cocina, a pesar de que ya no trabaja ahí. Pero lo peor de todo es...es...


Katie tiene 29 años. Y aunque no lo admita, eso de acercarse a los 30 le pesa muchísimo.


Sin embargo, parece tener una segunda oportunidad: una chica totalmente peculiar se le aparece en mitad de la noche y le da la opción de arreglar UN error.


Katie debe escribir su error en una libretita, comerse un hongo mágico, irse a dormir y, durante el sueño, cambiar las cosas que hizo mal...siempre y cuando dichas cosas hayan transcurrido en el restaurante.

¿Fácil, no?

Previsiblemente, Katie se abusa del sistema y comienza a arreglar todo. ¿Resaca por beber mucho la noche anterior? Arreglado. ¿Provocar un accidente en la cocina por tener un affair con el ayudante? Arreglado. ¿Elegir el lugar equivocado para su nuevo restaurante? Arreglado.

Pero la chica que le dio la primera oportunidad no está feliz. Jugar con el espacio-tiempo de esa forma no es aconsejable.


Muy pronto, Katie se da cuenta de que arreglar algo trae consecuencias inesperadas: muchos momentos importantes de su vida pasaron sin dejar recuerdo, porque ella no estuvo ahí para vivirlos. Y con cada hongo, la realidad va haciéndose cada vez más extraña y aterradora. Por suerte, hay algo que no cambia: Hazel, la torpe mesera que nadie quiere, siempre está ahí para darle una mano.


Seconds es una historia sobre crecer.

Admitir que las cosas no van bien equivale a reconocer que te equivocaste, y Katie no quiere dar el brazo a torcer. Pero, con tantas idas y venidas por una realidad que comienza a desdibujarse, comienza a confundirse cada vez más: ¿qué pasó? ¿viví esto? ¿estoy mejor que antes o me acabo de mandar una cagada monumental?

Seconds es introspectiva y un poco melacólica; aunque tiene ciertos giros predecibles, se las ingenia para sacar adelante una idea bastante extraña: la de los "espíritus de la casa", que pueden alterar los sucesos que allí transcurren.

Aparte de su contenido, estéticamente es un libro precioso: 328 páginas laminadas y a todo color, con ilustraciones que, según su propio autor, buscan emular el estilo de la mangaka Rumiko Takahashi, autora de Ranma 1/2 e InuYasha, e Izumi Matsumoto, creador de Kimagure Orange Road.
Bonus track: hacia el final del libro, Scott y Ramona hacen un cameo:


Calificación: cuatro Alicitas y media sobre seis


Comentarios

  1. Viajes en el tiempo, espíritus hogareños, mundos paralelos, humor y unos dibujos muy lindos. Me gustó mucho. =D

    En algún punto, me hizo recordar a las moralidades, al estilo de Cadacual (Everyone). Y, de hecho, quizás ese mensaje se hace explícito hacia el final, cuando Katie dice «Escucha: he aprendido una cosa. Hay cosas que no podemos cambiar y hay que aceptarlas. Y puede que sea algo positivo» y Raymond le señala un cartel que contenía el mismo mensaje y que había estado colgado en su ofina durante tres años.

    A pesar de ser una especie de cuento moral (al menos en estructura), Seconds es extremadamente cómica e, incluso, tiene chistes muy pequeños como este.

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