Reseña de Joker (2019)

No sé muy bien qué estaba esperando de esta película. Fui a verla con la vaga noción de que iba a ser de corte realista y más bien dramática, sólo eso. Con raras excepciones, ya no veo más los trailers porque opino que una gran parte de ellos te adelantan las mejores partes de la película o te adelantan los plot twist, y ¿qué queda entonces para descubrir?


Joker no tiene héroes (ni los súper ni los comunes), no tiene grandes actos de sacrificio, ni poderes fantásticos. Si quitáramos las partes que tangencialmente la atan al universo de Batman (muy contadas), tendríamos la historia de un hombre enfermo y triste que no encuentra su lugar en el mundo. Es decir, se ajusta más a los parámetros de, digamos, Birdman, que los de cualquier otra peli de DC. Por eso mismo es una standalone: no está pensada para ser parte de una franquicia con spin off o secuelas, ni su protagonista está diseñado para enfrentarse con un superhéroe. No podrían coexistir en ese universo.

Vamos por partes. Primero: el cómo. Me voy a sorprender un montón si Joaquin Phoenix no se lleva el Oscar a Mejor Actor, y también si su Director de Fotografía no se lleva su respectivo premio. Sin saber demasiado de cine ni de arte, mirándola te das cuenta al toque de que está hecha para arrasar en los festivales de cine: los colores, la óptica, la iluminación, cada maldita escena parece un póster perfecto de la película. Por otro lado, el tiempo en el que transcurre la historia no queda muy claro: es en los '70, principios de los '80, pero carece de claras marcas temporales e incluye ciertas cuestiones que podemos dejar pasar como "licencias artísticas" si suspendemos un poco nuestro sentido de la incredulidad (por ejemplo, que alguien ande por ahí con una cámara grabando cosas y luego las mande a un programa de televisión resultaría impensado en esa época). 


Después: el qué. Por favor, si los fans del Enmascarado me pueden corregir o avalar, ¿no es el Joker el villano de Batman que más apareció representado en la pantalla grande? ¿Qué podría aportar esta versión? ¿Qué novedad nos trae que las otras no?

Pues bien, nos trae pena. Mucha pena. Cuando salí me quedé pensando un rato largo en que la volvería a ver para apreciar los detalles que me perdí la primera vez, pero no lo haría tan pronto. No tengo la entereza mental en este momento como para sentarme otras dos horas a ver a un tipo que sufre tanto. Todos sabemos qué tan terribles efectos pueden traer las enfermedades mentales sobre las personas, pero no todos (por suerte) lo experimentamos tan de cerca. 

Así pues, tenemos a un hombre, Arthur Fleck, que a lo largo de su vida no ha sido feliz ni una sola vez. Abusado, humillado, sin recibir la atención médica que tan desesperadamente necesita, se pasa los días fantaseando con un mundo en donde él es respetado, admirado incluso, un mundo donde no está obligado a cuidar de su madre enferma, donde las mujeres se sienten atraídas por él y no asqueadas. 

Ese mundo empieza a resquebrajarse (y más tarde, termina por reventar) cuando se le niega la posibilidad de acceder a su medicación. Verán, Arthur tiene una condición muy terrible que lo lleva a reír compulsivamente en cualquier momento sin poder detenerse, aunque sufra. Eso lo convierte en un paria: ni siquiera sus compañeros de trabajo (payasos contratados para fiestas o eventos) soportan su presencia, y uno de ellos incluso da el puntapié inicial que lo llevará a convertirse en el Joker. 


Todo es violencia e incomodidad en esta película. Sin spoilear, hay un momento en el que un grupo de tipos borrachos comienza a molestar a una mujer en el tren. Y mamita, qué miedo. Es tan real la desesperación que emana esa mujer, tan dolorosamente cotidiana la escena, tan repetida...la angustia, el ¿qué hago ahora? ¿si me levanto, me seguirán? ¿si los ignoro es peor o mejor? Porque si les das pie van a seguir presionando para que les dirijas tu atención, pero si te vas es probable que se pongan violentos...busca una vía de escape, cualquiera, con pánico, rogando porque este viaje no sea el último.

Quizás lo más interesante de todo esto sea el escenario donde transcurre la acción. Todo es tan grotesco, tan miserable, sucio y ruin que Ciudad Gótica se convierte en una bomba de tiempo, y la gente sólo necesita que alguien le de un empujón en la dirección correcta para salir a tomar las calles con sangre y fuego. La ciudad nunca fue tan protagonista como acá: es la cuna de la violencia, del crimen, la mugre, la pobreza, la injusticia. Todo está atado con alambre, a punto de explotar.

Y explota.


Uno, como espectador, no puede menos que sentir empatía por este pobre desgraciado, pero sabemos que es como una bola de nieve: una vez comenzada la ola de crímenes, sólo puede seguir volviéndose cada vez más grande, arrollando a todos a su paso, inocentes o culpables. Y sí, hay inocentes en esa ciudad oscura y triste, pero viven aplastados contra las botas de los ricos. La diferencia entre unos y otros es tan abismal que bien podrían estar viviendo en universos paralelos, sin tocarse nunca. Entre los más afortunados tenemos, por supuesto, a los Wayne: millonarios, poderosos, fríos, distantes. Thomas, el padre de nuestro héroe byroniano favorito, es la suma de todas las ventajas posibles que podría tener una persona, y por eso es la contracara del Joker, la miseria humana condensada en 50 kilos de ansiedad y depresión. 


Esta película no termina de adjudicarse un origen concreto para el Joker, y es mejor así. Podemos dudar de él, de su madre, de los Wayne, de la policía, y hasta del Estado, porque ninguno ofrece certezas. Narrativamente la historia nos deja lugar para elucubrar, pues el protagonista no es confiable y las experiencias que atraviesa quedan siempre borroneadas por la ambigüedad de su percepción. ¿Qué está pasando? ¿Cómo vivieron los demás eso que acaba de suceder? ¿Podemos justificarlo? Y la mayoría de las veces la respuesta es: no, no podemos. Podemos entenderlo, sí, y hasta sentir empatía, pero entender porqué pasa algo no es lo mismo que justificarlo. 


Un detalle que me llamó la atención es que todas las mujeres con las que Arthur interactúa a lo largo de la película, menos su madre, son negras. Puede entenderse que esto es casual, o que simplemente se debe a que vive en un barrio muy pobre y marginal donde la mayoría de sus habitantes son negros, pero eso sería pecar de inocentes. Teniendo en cuenta que cada decisión tomada en torno a la trama de una película tiene una razón de ser, nosotros podemos tomar este dato, como tantos otros que nos ofrece la historia, e hipotetizar lo que queramos. Mi interpretación personal, que puede ser tan válida o inválida como la de cualquiera, es que esas cuatro mujeres (la madre en el colectivo, la trabajadora social, la vecina, la psiquiatra) son figuras de autoridad a las que Arthur podría fácilmente idealizar como afectuosas, maternales, solidarias, pero con las que en última instancia él falla en conectarse y que lo llevan a alienarse aún más. El mejor truco de esta película es presentarnos la forma de ver el mundo de Arthur como la verdadera, la válida, y en el último minuto revelar algo que nos fuerza a cuestionarnos nuestra empatía hacia él.


Por otro lado, a pesar de ser tan intensa y cruda (o quizás por eso mismo) los pocos momentos graciosos funcionan como una descarga de emociones y te llevan, como Arthur, a reír aunque no quieras, aunque sepas que está mal. Si vieron la escena del enano y la puerta sabrán a lo que me refiero. 

En conclusión, me gustó y la volvería a ver...en un tiempo. Está maravillosamente actuada, dirigida y guionada, pero resulta desgastante a un nivel emocional y para ser honesta no tengo ganas de pasar por esa experiencia en un futuro cercano. En otro momento, quizás, me sentaría a repasar todas esas pequeñas cositas que uno se pierde en la primera vez, ya sabiendo qué pasa, cuándo y cómo. Pero no ahora.



P.D: Quería hacer un comentario que resulta ser un minúsculo spoiler así que decidí hacerlo acá, una vez terminada la reseña. 


Es el siguiente: ¿era realmente necesario mostrar por millonésima vez la muerte de los Wayne en el callejón? Hubiera sido mil veces mejor que la cámara se alejara en cuanto el tipo con la máscara los empieza a seguir...si total ya sabemos todos lo que va a pasar...es de lo más redundante. Sí, ya sé, me quejo de nimiedades, pero lo tenía que decir, QUÉ AL PEDO FILMARON ESA ESCENA SEÑORES, NO EXISTE NADIE EN EL MUNDO QUE NO HAYA VISTO ESA MUERTE AL MENOS UNA VEZ...listo, ya me desahogué, ahora sigan con sus vidas.


Comentarios